Una caricia. Un poema. En un fútbol argentino donde las figuras no abundan y los cracks se van cada vez más rápido, la vuelta de Ever Banega a Newell’s es un mimo al alma. Para colmo, en un Coloso a reventar, el volante de 35 años se reencontró con su gente y la fiesta fue completa: asistencia cinco estrellas y triunfo 1 a 0 de La Lepra vs. Belgrano. Locura total.
Y eso que, en los primeros 45 minutos, los dos aburrieron bastante. Alguna que otra maniobra de Ever e intentos esporádicos de Brian Aguirre, no fueron suficientes para inquietar tanto a Ramiro Macagno como a Nahuel Losada. Es más, los arqueros prácticamente no se mancharon el buzo y fueron espectadores de lujo.
La Lepra, al igual que en las primeras dos fechas, intentó agarrar el dominio del encuentro, pero no tuvo demasiada claridad en los últimos metros y se notó bastante. Mientras, Belgrano apostó por el típico juego que pretende Guillermo Farré cada vez que sale de Córdoba: esperar y salir rápidamente de contra para sorprender al rival. Aunque fue demasiado lento y nunca hubo conexión entre los volantes y los dos de arriba, Passerini y Chavarría.
Sin embargo, cuando más de uno estaba a los cabezazos limpios en la platea, Ever los despertó a todos con una pincelada antológica.
A los 15’ del complemento, Banega agarró la manija y movió a Newell’s de un lado para el otro. Finalmente, el ex Sevilla e Inter de Italia quedó de frente al arco y la acarició por encima de la defensa. ¿El resto? Lo hizo Juan Ignacio Ramírez, quien lentamente se transforma en el socio ideal para Ever.