Virginia Pérez Antonelli fue una de las que, el 18 de enero de 2020, asistió a Fernando Báez Sosa cuando el joven se encontraba en el suelo luego de haber sido víctima de la golpiza que le provocó la muerte. La joven se encontraba fuera del boliche Le Brique, en Villa Gessel, cuando Fernando recibió un brutal ataque en patota, y este jueves declaró como testigo en la cuarta audiencia del juicio que se está desarrollando, en la que estuvieron presentes los ocho imputados y los padres de la víctima.
La joven, que en aquel entonces tenía 17 años, se acercó hasta Báez Sosa, ya tendido en el suelo, y le tomó el pulso. Al notar que estaba "sin respirar y sin conciencia", comenzó a practicarle maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP). Luego le indicó a un grupo de policías cómo continuar con la reanimación, mientras ella sostenía la cabeza de Fernando para evitarle lesiones en la columna.
"Quedate conmigo, por favor", le decía Pérez Antonelli al joven mientras intentaban mantenerlo con vida. Durante su declaración ante el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Dolores, recordó que los agresores "no paraban de pegarle ni un segundo".
Al describir el momento en el que Báez Sosa fue atacado, dijo que uno de los agresores era "una bestia físicamente". "Escuché muchos gritos de «dale, dale», que eran acompañados de golpes. En un primer momento no me di cuenta que había un chico tirado", señaló ante la atenta mirada de los acusados por homicidio agravado por alevosía: Máximo Thomsen (23), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), y Luciano (21), Ciro (22) y Lucas Pertossi (23).
Después, siempre según su relato, llegaron los bomberos. Le preguntaron si era enfermera y ella dijo que no, pero que sabía hacer primeros auxilios. "Ahí le aplican un desfibrilador y le hacen electro shock. Minutos después llego la ambulancia y se lo llevaron", aseguró.
Luego, respondió las preguntas del fiscal Juan Manuel D’Avila y explicó en qué situación se le debe practicar RCP a una persona. "Cuando no está consciente y si no respira", dijo, y agregó: "Fernando cumplía con ambos requisitos, por eso se le hizo RCP, que son compresiones manuales en el pecho de 100 a 120 por minuto. No hay que saber hacerlo para ejercerlo, siempre y cuando alguien te indique".
Y continuó: "Justamente, uno de los que le estaba haciendo RCP estaba nervioso, entonces yo lo guié. Eran dos policías al costado del cuerpo de Fernando, mientras yo le sostenía la cabeza, que la tenía muy lastimada. Lo que más recuerdo es que tenía un golpe muy fuerte del lado izquierdo en la cara en la parte del ojo. Cuando saqué las manos las tenía llenas de sangre. Es más, le saqué una foto a la que menos sangre tenía".
Tras finalizar su testimonio, la joven se abrazó a los padres del joven asesinado, Graciela Sosa Osorio y Silvino Báez, quienes quedaron conmovidos por su declaración y le dijeron que van a estar agradecidos "toda la vida" con ella.
Al salir de la sala de audiencias, la joven manifestó que se sintió atacada por las preguntas del abogado defensor: "Todo el tiempo agarraba el discurso que yo había dado el día después de esto. Palabra por palabra, a ver si todo lo que estaba diciendo estaba calcado a la declaración que yo hice. Es imposible. Incluso me preguntaron cómo se hace el RCP paso por paso. Me pareció muy soberbio, me hablaba con una actitud que sugería que hice las cosas mal. Y yo no hice las cosas mal".
Por otro lado, Pérez Antonelli señaló que va a "arrastrar este hecho para toda la vida" y pidió que los ocho imputados sean condenados a perpetua.
"Esto nos marcó a todos. La condena tiene que ser perpetua, es indiscutible. Todos hicieron algo, todos encubrieron y acusaron a un inocente. Cada uno de los que nos sentamos ahí a declarar somos la voz de Fernando", concluyó.