El Vaticano ha emitido nuevas pautas sobre la bendición de personas atraídas por el mismo sexo, indicando que los sacerdotes católicos pueden bendecir a parejas homosexuales como expresión de cercanía pastoral sin que esto sea una aprobación de su estilo de vida.
La decisión, que también se aplica a católicos en nueva unión que no han obtenido una nulidad, así como a parejas en otras "situaciones irregulares", subraya que tales bendiciones no pueden ofrecerse de manera que cause confusión sobre la naturaleza del matrimonio, que el documento afirma es el único "contexto” en el que “las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano”.
“La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme”, señaló el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) en declaración del 18 de diciembre.
La declaración enfatiza que las bendiciones sólo pueden otorgarse "espontáneamente" y no en el contexto de un rito litúrgico formal.
Esta guía es la intervención más reciente —y más autorizada— del Vaticano sobre un tema que ha causado debates en la Iglesia universal en los últimos años.
“Lo que se ha dicho en la presente Declaración sobre las bendiciones de parejas del mismo sexo, es suficiente para orientar el discernimiento prudente y paterno de los ministros ordenados a este respecto”, indicó el dicasterio vaticano. “Por tanto, además de las indicaciones anteriores, no cabe esperar otras respuestas sobre cómo regular los detalles o los aspectos prácticos relativos a este tipo de bendiciones”.
El dicasterio vaticano señaló que las bendiciones pastorales, a diferencia de aquellas que tienen lugar según ritos litúrgicos formalizados, pueden realizarse más “espontáneamente” y estar menos atadas a "requisitos morales previos".
“Es precisamente en este contexto en el que se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio”, escribió el Cardenal Fernández en el texto introductorio de su declaración.
Pero el DDF afirma que las bendiciones no deben reducirse solo al “punto de vista estrictamente litúrgico”.
“De hecho, existe el peligro que un gesto pastoral, tan querido y difundido, se someta a demasiados requisitos morales previos que, bajo la pretensión de control, podrían eclipsar la fuerza incondicional del amor de Dios en la que se basa el gesto de la bendición”.
Con respecto a estas bendiciones menos formalizadas, la Iglesia “debe evitar el apoyar su praxis pastoral en la rigidez de algunos esquemas doctrinales o disciplinares”, indica el DDF.
“Por lo tanto, cuando las personas invocan una bendición no se debería someter a un análisis moral exhaustivo como condición previa para poderla conferir. No se les debe pedir una perfección moral previa”.
Una persona que pide una bendición, según el DDF, indica que "se muestra necesitado de la presencia salvífica de Dios en su historia, y quien pide una bendición a la Iglesia reconoce a esta última como sacramento de la salvación que Dios ofrece”.
“Tales bendiciones se dirigen a todos”, afirma el DDF. “Ninguno puede ser excluido”.
El DDF sostiene que las parejas que buscan una bendición de Dios en este contexto “no pretenden la legitimidad de su propio status”, sino que piden que “todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo”.
La declaración ofrece varias condiciones para bendecir parejas del mismo sexo y aquellas en "situaciones irregulares" con el fin de “no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio”.
En primer lugar, estas bendiciones deben ser “no ritualizadas” y no deben expresarse en ningún rito formal por parte de las autoridades eclesiales.
De hecho, señala, la ritualización “constituiría un grave empobrecimiento, porque sometería un gesto de gran valor en la piedad popular a un control excesivo, que privaría a los ministros de libertad y espontaneidad en el acompañamiento de la vida de las personas”.
Además, advirtió explícitamente que nadie debería “promover ni prever un ritual” para estas bendiciones.
“Para evitar cualquier forma de confusión o de escándalo”, continúa, “esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos”, ni con “vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio”.
En cambio, el DDF prevé que las bendiciones de parejas del mismo sexo y aquellas en situaciones irregulares ocurrirían "espontáneamente", sugiriendo que podrían tener lugar en el contexto de “visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración recitada en un grupo o durante una peregrinación”.
El DDF sostiene que con tales bendiciones “no se pretende legitimar nada, sino sólo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio”.