Mafalda comenzó su vida un 29 de septiembre, allá por 1964, en la revista Primera Plana. Con los años pasó al diario El Mundo y al semanario Siete Días. El 25 de junio de 1973 cesó su publicación por decisión del autor, Joaquín Salvador Lavado -mejor conocido como Quino-.
La historieta que hoy cumple años es, sin lugar a dudas, la más famosa de Argentina. Fue traducida a más de treinta idiomas y hasta llegó a la televisión, con una serie de 52 cortos de entre 90 y 260 segundos de duración, producida por Daniel Mallo y Oscar Desplats en 1972, con dirección de Catú (Jorge Martín).
El escritor y filósofo italiano Umberto Eco definió a Mafalda como “el personaje de los años 70. Tiene ideas confusas en materia política, no consigue entender lo que sucede en Vietnam, no sabe por qué existen pobres, desconfía del Estado pero tiene recelo de los chinos. Sin embargo tiene una única certeza: no está satisfecha”.
La historieta fue publicada en diez libros que reúnen más de 240 tiras, hasta que Quino, decidió dejar de dibujarla. Décadas después, el humor y los reclamos sociales de esta nena que ama a los Beatles y odia la sopa siguen tan vigentes como el primer día.
Esta niña es la personificación de la clase media argentina de la década de los 60 y es un símbolo de la juventud progresista. Ella es sensible, curiosa y perspicaz, que constantemente se muestra preocupada por el estado de la humanidad, la paz mundial, y en muchas oportunidades se anima a alzar la voz contra el mundo legado por sus mayores. Mafalda dialogando, cuidando y atendiendo a su globo terráqueo cual paciente enfermo es una imagen elocuente, que manifiesta el poder del humor gráfico, así como la inteligente mirada de su creador.
El personaje es parte de un imaginario colectivo argentino que ha logrado atravesar la frontera del tiempo y mantenerse vigente hasta el día de hoy. Se trata de una figura que permite diversas lecturas en el tiempo y que continúa siendo la voz de toda una generación. Si bien hablamos de un personaje representativo de una antigua época, ya que sus principales inquietudes se vinculan con su contexto sociopolítico, su percepción de la vida es atemporal, y es acaso en la actualidad donde resulta quizás más relevante regresar a ella, leerla y compartirla.
Seguimos leyendo las andanzas de Mafalda, su familia y amigos, y nos siguen provocando toda clase de sentimientos, desde risas hasta lágrimas. Pero es la mirada utópica de la niña protagonista lo que, quizás, más nos interpela. Es la búsqueda de lo imposible en un contexto de temor e inquietudes; creer en la humanidad del otro, aún cuando no compartimos los mismos principios o, como supo expresar Mafalda, preguntarnos dónde vamos a seguir, en lugar de dónde vamos a parar.